¿Qué hacer con los malos días?


Hace un mes y un poquito más que no escribo por aquí. La verdad no me gustaría empezar con la típica conversación entre mi enfermedad y mi cerebro muerto, porque hace unos días le agradecí a la amitriptilina por existir en mi vida.  Elegí un tema para este texto, lo estructure en mi cabeza (que poco a poco está funcionando como antes) y estaba lista para escribirlo antes de fiestas pero algo siempre sucede- qué aburrido sería si todo sale como lo planeamos – mi país no la está pasando bien, un aluvión de días malos están por llegar, y tengo un brote que llego justo en Noche Buena, pero aquí estamos para RESITIR (bien parada y sin polo como dicen por aquí). Ya saben, de qué está hecha la vida sino es de resistencia.

De este mísero año tengo muchos recuerdos, por ejemplo, el día que me diagnosticaron la enfermedad o mis mañanas de resaca sin beber alcohol, pero hay uno que hace tiempo quería comentarles.
“Un viernes la pase increíble con unos primos que no veía hace tiempo y entre cervezas, por fin, pude contarles porque me había alejado de la familia: sí, tiene un nombre raro, dicen que todo está en mi cerebro… fi – bro – a ver espera, fi – bro – mial – gia, mientras sonaba el gran combo de fondo – bueno, las terapias me han ayudado un montón ¿tienes un cigarrillo? No, no puedo… gracias, que bueno que me quieres, ¿tienes fuego? – baile borracha, conocí a mis sobrinos nietos y yo que amo ser tía sentí que estaba en la gloria, como había ido con mamá regresé a casa sana y salva.

Del sábado ni me acuerdo pero del domingo no me olvido, mi cuerpo decidió no levantarse, del gusto viene el disgusto dicen – hijita pero si estabas muy bien ayer, toma, abre la boquita, descansa…. Pero Déborah tienes que tomar desayuno… cuánto dices que hay que ponerle a las compresas… hermana ¿te tapo o así está bien? – Pasaron las horas y mi cuerpo seguía cosido a la cama – algo debemos hacer con tu hermanita…ya está yendo a las terapias mamá es solo un mal día – ya me hacía en cama la semana entera pero como a las 3 de la tarde, mientras mamá cocinaba algún experimento de domingo las fuerzas regresaron a mí y salí disparada- ¡reviví! Quien haya creído que estaba muerta solo estaba de parranda…- hace tiempo no veía sonreír tanto a mi familia – hijita bella ya tienes buena cara… ¿hiciste todo esto para no lavar la ropa no?...”
Y ahí, en nuestra pequeña cocina, después de muchos meses, entendí que los malos días siempre van a estar, tengas o no que ver con ellos, pero que detrás de ellos y muy pacientes están los que te aman esperándote con un beso, está la gloria. Así que decidí aplicar este “descubrimiento” a mi vida diaria y esto es lo que puedo compartirles:

Lo primero, a veces hay unos días de mierda, donde lo hermoso que he escrito más arriba no sucede, donde nadie te está esperando del otro lado, estás tú sola(o) en medio de la mierda, aplicable a todos los que adolecemos de algo- corporal, mental, social, lo que sea- ¿qué hacer cuando sientes que nada más puede salir peor contigo? Cuando estás estancada en la cama, en una situación, en un mal día, en alguna mala decisión… Te diría que salgas corriendo de ahí, pero a veces nos duele tanto que no podemos movernos (no solo hablo de la fibromialgia), entonces, al grano, se paciente, carajo, qué difícil es serlo en estos días donde la inmediatez es el criterio más importante y absurdo, pero entiende (de una vez) que cada quien tiene su ritmo, trabaja en el tuyo, aprende a conocer tus limites, di “basta” cuando lo sientas no cuando “debas”, mil veces: tú eres lo único que importa en este (ese) momento, y “resiste” cuando sientas que ya no puedes más, te prometo que al final tendrás una recompensa, quizá no te encuentres con besos ni abrazos, pero pasar una buena noche de sueño, cocinarte algo rico, ver tu serie favorita, tener la conciencia tranquila, cantar una canción en la ducha son algunas formas de compensarnos, recuerda que no siempre debes esperar algo de alguien más ¿acaso no puedes darte tu propio bienestar? Sí se puede, créeme, la mierda solo se limpia, mañana es otro día, un día a la vez.

Hay días donde la mierda nos sorprende, nos cae un baldazo de caca pura, las malas noticias suelen ser las que más rápido llegan y duelen, aquí la respuesta es sencilla: vívelo, deja de aguantarte, llora, enójate, ríete, pero siéntelo, sé que hay cosas que duelen tanto que, a veces, el consuelo no es suficiente. Pero entendamos una cosa: a veces, la vida nos da lecciones, nos pone en situaciones que uno mismo generó o por otro lado, que tenían que pasar, pero que ya pasaron, no se pueden cambiar… amigos, el “hubiera” no existe, quien murió no va a revivir, quien se fue puede que vuelva pero en muchas ocasiones no es necesario, lo que terminó, lo que se rompió no va a ser igual (no digo que puede tornarse mejor pero nadie sabe lo que pasará mañana); pasa el proceso que quieras pero llega a su final, no te estanques en el “no puedo”, recuerda que tú haces tu futuro y que a veces, mirar hacia atrás ya no suma nada. Si te contara cuantas veces no me he podido parar, coger una taza, cuando no he querido nadar más, pararme de cama para desayunar o que por ejemplo, en navidad mi cuerpo decidió coserse de nuevo a la cama…seguro me dirías “hay casos peores” y lo sé pero te lo menciono para que entiendas que tu desastre puede ser menor que el del otro, que no vale regodearse tanto en la mierda que el olor se te pega y no es fácil de quitar, que todo tiene solución, que no, no estoy haciéndole una oda a las frases de autoayuda, pero sí sé una sola cosa: “detrás de las nubes el cielo es siempre azul” y esa luz pueden ser personas, situaciones o (especialmente) tú. Todo pasa, resiste.
Tres, hasta donde he podido vivir. Hay días en los que añoras algo o alguien, y tienes un inmenso nudo en la garganta, aun así sales de casa, vas a laburar, haces como si nada pasara y te la pasas buscando constantemente en tus recuerdos (eso es agotador) los suyos o por otro lado te extrañas en los tuyos, por ejemplo: carajo, como añoro estar en un bar escuchando un buen rock con unas cervezas heladas, hay días en los que extraño tanto estar bien…extraño mis tardes en bicicleta, mis cigarrillos, mi poesía, me extraño mucho… pero dejando mi egocentrismo de lado, por lo que he podido ver hay muchos que de verdad la pasan muy mal… porque están lejos, están enojados, están en otro momento de sus vidas o porque les tocó. Aquí mi honesta observación: ¿en serio vas hacer como si no pasara nada? Ya sé que no puedes ir donde el jefe a decirle “extraño mucho a mi mamá (hijo, familiar, ex novio, abuelito…etc.) me voy de vacaciones”, entiendo, pero hay muchos que no se atreven hacer algo al respecto y siguen hurgando en sus recuerdos hasta cansarse, es como llenarse la cabeza de pequeñas porciones de caca diaria, el accionar se está deteriorando tanto que ya nadie se perdona, se busca, se escapa un ratito para llamarse, y viven mal, viven extrañándose en sus fotos en lugar de crear una nuevas. Cada vez que me encuentro “recordando mis viejos tiempos” me digo “¿estás loca? Sabes que ahora disfrutas más de cada cerveza, conversación o abrazo” ¿por qué no salimos en busca de nuevos recuerdos? ¿Sabes que hay gente que ahorra peso por peso para poder visitar a sus hijos al menos una vez al año? Son aquellos que usan su mierda y la convierten en oro puro (sacrificio, encuentro y reconciliación). Así que deja de “añorar los buenos tiempos” porque te aseguro que mejores vendrán, solo si tú decides accionar, “abraza tu oscuridad”.

Y sin querer queriendo les he hablado de mi gran aprendizaje del año que se va: los días malos, espero seguir sacándole la vuelta a lo que me hace daño con mucha disciplina porque “ojo: es cuestión de querer estar bien”. 
Como último dato, este año me quitaron mi luz, por ratos me sentí oscura, pero aprendí esperar tomar un poco de su brillo cuando estamos cerca. (Aquí les dejo la foto con mi luz y la escapada de 2 horas que pudimos darnos). Que el año que viene sigamos resistiendo.



Para ustedes: “Tarda en llegar pero al final hay recompensa…sacar belleza del caos es virtud” (Gus)

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